León, Gto.– La Fiscalía General de la República (FGR) logró en 2019 la captura de Héctor Ortiz Solares, alias “El H-1”, “Bandido Boss” o “El Patrón”, señalado como líder del grupo de ciberdelincuentes Bandidos Revolution Team, organización responsable de multimillonarios fraudes bancarios, robo de información financiera y manipulación de cajeros automáticos en todo el país.
El operativo, ejecutado por elementos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) en coordinación con la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), tuvo lugar en la ciudad de León, Guanajuato, donde fueron asegurados 27 vehículos de lujo, computadoras, teléfonos, equipos de cómputo avanzados, dinero en efectivo y documentación relacionada con operaciones financieras ilícitas.
De acuerdo con las investigaciones, el Bandidos Revolution Team (BRT) era una red criminal altamente sofisticada dedicada al robo y desvío de recursos mediante herramientas informáticas.
Su modus operandi consistía en desarrollar y utilizar malware especializado para infiltrarse en sistemas bancarios y cajeros automáticos, logrando que éstos dispensaran dinero sin necesidad de tarjetas o manipularan transferencias electrónicas del Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI).
Fuentes cercanas al caso detallaron que el grupo también se dedicaba a clonar tarjetas, crear cuentas falsas y realizar retiros masivos en diferentes puntos del país de manera sincronizada, con lo que lavaban millones de pesos mensuales.
Las autoridades estiman que la red llegó a operar fraudes por decenas o incluso cientos de millones de pesos, afectando a varias instituciones financieras nacionales e internacionales.
El detenido Héctor Ortiz Solares, ingeniero en sistemas y experto en tecnología, fue identificado como el fundador y coordinador del grupo. Bajo el alias de “El H-1”, Ortiz Solares organizó una red que combinaba a programadores, técnicos informáticos, operadores financieros y lavadores de dinero.
Según reportes de la FGR, el presunto líder ostentaba un estilo de vida ostentoso: vivía en una residencia de lujo en León y poseía vehículos de marcas como Ferrari, Lamborghini, McLaren, Mercedes-Benz y Porsche, los cuales fueron asegurados durante el operativo.
Autoridades federales no descartan que Ortiz Solares mantuviera vínculos con redes internacionales de ciberdelincuencia dedicadas al lavado de dinero mediante criptomonedas y transferencias transfronterizas.
El operativo contra Bandidos Revolution Team representó uno de los golpes más importantes contra el fraude financiero digital en México.
La detención de Ortiz Solares y sus colaboradores permitió a la FGR abrir varias carpetas de investigación por delincuencia organizada, fraude informático, operaciones con recursos de procedencia ilícita y violación a la Ley de Instituciones de Crédito.
Sin embargo, las propias autoridades reconocieron la complejidad técnica de los delitos cibernéticos, ya que el rastreo de transferencias y la obtención de pruebas digitales requiere coordinación internacional y cooperación con entidades bancarias y tecnológicas.
El caso provocó una revisión profunda de los protocolos de seguridad bancaria en México.
El Banco de México, junto con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), reforzó sus medidas de monitoreo para prevenir alteraciones al SPEI y solicitó a las instituciones financieras aumentar la seguridad en sus redes y sistemas.
Asimismo, el caso sirvió de precedente para la creación de unidades especializadas en ciberseguridad dentro de corporaciones federales y estatales, además de impulsar reformas legales para tipificar nuevas modalidades de fraude digital.
A más de seis años de su detención, el proceso judicial contra Héctor Ortiz Solares continúa bajo reserva, mientras las autoridades federales mantienen asegurados los bienes confiscados al grupo, incluyendo autos, inmuebles y equipos informáticos.
El caso de los Bandidos Revolution Team se ha convertido en un referente nacional e internacional sobre la evolución del crimen cibernético, demostrando cómo la delincuencia organizada ha trasladado su operación a entornos digitales con la misma capacidad de daño que los grupos armados tradicionales.